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Mi encuentro con menorca

  • Foto del escritor: GIOVANNI FORTE
    GIOVANNI FORTE
  • 19 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

Ciertamente no fue amor a primera vista.


Llegué a Menorca en el verano de 2018, en un caluroso mes de agosto, para acompañar a mis suegros a casa de unos amigos que habían tomado la decisión antes que nosotros de mudarnos definitivamente a la isla, dejando Italia. Escéptico y poco interesado en esta estancia que no prometía ser la más apasionante.


Había viajado mucho por el mundo y ya había estado en Baleares, Ibiza y Formentera, había oído hablar de Palma que nunca me había atraído por su turismo masivo del norte de Europa, y de Menorca…, hasta entonces , ni interés ni curiosidad.


Y aún hoy no entiendo por qué esta isla no despertó en mí ningún interés particular, tal vez porque no me gustan las vacaciones en el mes de agosto, tal vez porque no fue mi elección ir allí.


Hoy, sin embargo, después de años de haber creado un intenso vínculo de lento y respetuoso entendimiento mutuo, con lugares y personas, Menorca se ha convertido en mi lugar feliz, el lugar de pausa, de pensamiento, de reflexión; donde el tiempo está marcado por los amaneceres y atardeceres, donde la naturaleza te rodea y envuelve.


Muchos la llaman la isla de la calma, quizás no se haya encontrado un adjetivo más apropiado. Menorca es la isla donde el estrés y las prisas no se contemplan ni remotamente, es la isla del poco a poco.

Donde cuando haces cola en la caja del supermercado o en el mostrador de la ferretería y tienes prisa por apurarte y salir corriendo a hacer otra cosa apresuradamente, chocas, como si estuvieras golpeando un muro de hormigón, con una realidad isleña caracterizada por tiempos relajados, ritmos dulces, ahora olvidados por nosotros.


Tenga cuidado de no destacar este ritmo relajado como algo negativo, porque no hace falta mucho para provocar una respuesta clásica e impactante aquí en la isla... "esto es lo que tenemos".


Desde hace unos años, Menorca se ha convertido en un destino bastante popular, tanto para el turismo como para quienes miran a la isla como un lugar donde desplazarse para cambiar de vida.


Sin duda es una realidad que crece rápidamente pero afortunadamente, gracias a las lecciones de todos los errores cometidos en el pasado en el resto de las Islas Baleares, donde el desarrollo fue excesivo y repentino por ejemplo en Ibiza y Mallorca, o debido a la pérdida de la identidad balear

Corner cometido por Formentera.


¡¡Menorca, por otro lado, lo está aguantando bien!! De hecho, está armada hasta los dientes para defender su cultura, sus tradiciones, su tierra y su economía rural, donde el turismo desempeña un papel importante, pero no único. Donde la oferta turística está ligada a la temporada estival, pero al mismo tiempo, la protección de la naturaleza, la arqueología talayótica, y la oferta cultural, finalmente las tradiciones locales, la hacen única.

La isla de Menorca fue nombrada Reserva de la Biosfera en 1993 y Menorca Talaiotica nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2023.

 
 
 

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